miércoles, 9 de mayo de 2012


Déjame estar triste un poquito 
-nadie va a enterarse- 
por todos aquellos que están tristes. 
Tan inútil es estarlo 
como que yo lo esté ahora, 
tan absurdo,  tan ‘cometiempos’. 
Pero esta lágrima mía es de rabia, 
la única rabia que me concedo, 
y aún así sigue siendo ridícula. 
Sólo el que sabe lo que duele la vida 
y cómo escuece, 
entiende el dolor ajeno, 
y no debe olvidarlo nunca; 
como también sabe que los hay 
que olvidan demasiado deprisa 
el roto en el macuto que tuvieron, 
capaces de vivir de espaldas, 
amnésicos,  altivos,  desafiantes 
con aquellos que fueron él. 
Hoy me entristece el que llora 
y el amnésico, 
invertebrado de amor 
y de toda lógica. 







Nená

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