Imagina que
no vivimos para
estar un rato,
que venimos para
que nos vivan
las cosas,
para que nos
disfruten, sí,
no me he vuelto
loca.
Nosotros, los
contingentes,
los que somos o no somos y
desaparecemos tan
rápido,
imagina que
fuésemos
un regalo,
un juguete para el mundo.
Escribimos sobre
la lluvia,
la salvaje manera
del brotar
de la cascada.
Pintamos el prado, el bosque
alejado allá en la
colina,
la deliciosa
manera que tiene la luna
de mostrarnos sus
puntas.
Hacemos el amor
enfrente de la hoguera.
Pero no, no somos
un regalo,
este imaginado
juguete
está envenenado,
porque todo lo que
tocamos
lo convertimos en
derrochada oportunidad.
Nená
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