martes, 8 de mayo de 2012














A ti que estás en la M-40 
te ofrezco música de agua. 
Cuando yo esté en la M-30, 
ofréceme algún olor a verde 
o a seca sobre roca árida. 
Te obsequio con esta gama 
de azules que se extiende 
como si un pintor encumbrado 
hubiera querido dejarnos su 
mano derecha. 
Siente este mar frío, 
siente como circunda tus tobillos 
y brinca enredándose entre tus dedos. 
Todo es tuyo, 
todo lo que veo lo embebo,  y 
en ti pienso,  y en ti también, 
rezagado. 
No hay naturaleza perdida 
para nadie,  sólo cambios, 
y más mudanzas sin miedo, 
que la turbación quede 
para el que nunca habita. 







Nená

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