A
ti que estás en la M-40
te
ofrezco música de agua.
Cuando
yo esté en la M-30,
ofréceme
algún olor a verde
o
a seca sobre roca árida.
Te
obsequio con esta gama
de
azules que se extiende
como
si un pintor encumbrado
hubiera
querido dejarnos su
mano
derecha.
Siente
este mar frío,
siente
como circunda tus tobillos
y brinca enredándose entre tus dedos.
Todo
es tuyo,
todo
lo que veo lo embebo, y
en
ti pienso, y en ti también,
rezagado.
No
hay naturaleza perdida
para
nadie, sólo cambios,
y
más mudanzas sin miedo,
que
la turbación quede
para
el que nunca habita.
Nená
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