Sin
embargo somos tantos
en
esta suerte de tiovivo
que
nunca acaba el círculo,
que
no sé si voy a encontrarte.
Dafne
diría que no
y
yo ya huelo a laurel,
pero
quiero ser brisa que una hoja
arroja
sólo un momento,
por
si arresto en ese segundo
la
eternidad que ando buscando;
ya
sé que debes creer que
eso
es un recreo de dados,
pero
¿qué es si no vivir sabiendo
que
cada día es una pista en blanco
para
grabar de nuevo?
Algún
día pararán nuestros pulsos
como
se detienen los relojes de correa,
y
algunos pensarán en sumas,
como
otros en restas,
y
algún postrero de la fila
susurrará
de aquel amor increíble
que
capturó en un instante.
Nená de la Torriente
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