Esa
intensidad con la que escribes,
nunca
mundana, ni perversa,
inmensa,
como
una detonación inviable
con
materiales desconocidos.
Esa
intensidad me ciñe a un mundo
posible,
de
imposible excelsitud.
Un
espacio sin aire
de
escaleras cuesta arriba
que
va mudando a un ser extraño,
humano-divino-humano,
terminante, impreciso, exquisito,
nada
demente, con el que mueres
sabiendo
que vives por primera vez,
y del que todo sientes verdadero.
Esa
intensidad con la que escribes,
me
muerde, araña mis arterias,
órganos, tejidos, glóbulos rojos,
pulmones
heridos, garganta,
eriza
mi organismo como si la gravedad
estuviera
invertida,
y
el origen del mundo
comenzara
a sobrevenir por sorpresa.
Esa
intensidad con la que escribes,
es
el misterio de lo que sólo se presiente,
de
lo que maravilla,
de
lo que enloquece,
de
lo que hace que metas cien y mil veces
el
dedo en un delicioso pastel.
-Nunca
podré escribir así-
Nená de la Torriente
El inicio del poema tuyo en esta entrada es muy certero con los verdaderos poetas. A ellos les tenemos que estar muy agradecidos.
ResponderEliminarTu persistencia es infalible, Není.
Besucos.
Sí Tempero, hay poemas que si no los agradeces sería un pecado, y de los gordos.
ResponderEliminarBesucos,
Není