No
sabe fingir la piel
que
a un roce se eriza,
y
a otro sigue siendo seda.
Es
calma y cálido amanecer
o
marea,
ante
una caricia u otra.
Sabia
como ninguna,
lectora
incansable de signos,
desde
el braille al sexto sentido,
pasando
por un séptimo
-desconocido-
que
nos vive dentro,
y
nos excita o nos maltrata.
Segura
de ser cierta, eléctrica,
infalible
por tangible y tratar
sus
verdades de cerca.
No
la cuestionas, ni la interrogas,
sólo
la dejas su sitio, su dominio,
y
ella te dicta sus advertencias
como
señales lumínicas.
Nená
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