Todas, todas son para ti
y
son tuyas.
Me
gusta verte en esa alfombra
en
medio del desierto
que
va levantando la arena
cada
vez que dices o muestras.
Sonrío,
y
como un gato que ladea la cabeza
sostengo
la mirada por si cae
una uva, una cigarra,
o
una feliz lombriz
atrapada
en el tejido.
Eres
un inquieto, goloso de frutas
frescas, pero siempre dulce y bueno.
Por
eso sonrío,
me
gusta subirme a la colina
para
ver la estela que va dejando
tu
alfombra cruzando el cielo.
Como
los cuentos de las niñas:
El
príncipe y las princesas, y algún
que
otro gato, con la cola bañada en tinta
para ir narrando todas las historias.
Nená de la Torriente
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