sábado, 19 de mayo de 2012


Todavía cierro los ojos 
y veo a Regina segando 
los pastos altos, 
ese olor a seca 
en su pelo rubio, 
y aquellas pecas perfectas 
-‘¡de comer manzanas,  Nená, 
salen de comer manzanas verdes!’- 
Ahora cuando cierro los ojos 
llegan tantas imágenes, 
que los pequeños detalles se pierden. 
Se vive deprisa. 
Hacinamos información 
y la dejamos dormir 
en nuestro buffer, 
vamos perdiendo un color, 
un aroma,  un gesto,  una sensación, 
por carecer de espacio. 
Somos siervos del reloj, 
de la utilidad, 
de la oportunidad,  del rendimiento. 
Por eso más que muchas, 
muchas veces, 
no te dejes remolcar, 
cierra los ojos, 
respira y ábrelos de nuevo. 
Recuerda como mirabas el mundo 
cuando eras sólo un niño. 



Nená de la Torriente

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