Los
libros te enseñan:
'No
se puede amar sin conocer'.
¿Pero
esto que parece razonable
contradice
la fe? No.
Yo
amo sin conocer tus límites,
tus
cadencias,
la
forma de llevar el remo de tu bote;
amo
en la distancia y en la cercanía,
y
con el ritmo a veces variable
de
mi sangre.
Amo
y me aterra esa palabra,
sólo
hay tres o cuatro terribles,
ésta
es casi impronunciable.
Amo
la capacidad de cada palabra
que
abre a la luz mi pupila.
Amo
la parte de mí que se abre
a
un horizonte desconocido
y
a un yo que confía y se vuelve confiado.
Amo
la vida desde el mismo suelo,
desde
ese chicle que jamás pensó
que
dejaría de ser parte del asfalto.
Amo
mi irreflexión en horas muertas,
y
esas tazas de chocolate
que
me producen amnesia.
Amo
no comprendiendo,
amo
sintiendo sólo que estoy amando.
Nená de la Torriente
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