viernes, 25 de mayo de 2012


Sólo a ti te entiendo, 
sólo tu voz entre todas las voces, 
y miles que hubiera, 
sólo la tuya percibiría, nítida,  templada, 
brillante como el hilo de cobre 
del único telégrafo 
del mundo. 
No hay más lenguajes,  ni lenguas, 
ni jergas,  ni argot,  ni signos,  ni sonidos. 
Tú y todo lo que digas es el puente 
que sigue mi oído de forma natural, 
como si estuviera escrito, 
como si así debiera 
en algún enlace cósmico o más allá 
de los astros, 
de lo físico,  de lo químico o lo divino. 
Sé que es así,  razonable o irracional, 
comprensible o inexplicable, 
no le busco lógicas,  ni sumas,  ni restas, 
tuyo es mi reino de las cosas perdidas 
y de las halladas,  de las cosas sin tiempo, 
porque desde ti me entiendo. 
Y subo y bajo escaleras hasta hoy 
desconocidas, 
entro en salas fantásticas, 
me tengo, te tengo;
beso el umbral que nos separa 
como una línea de agua perfecta,  y 
la rozo sin miedo hasta cruzar tus dedos 
entre los mis dedos. 




Nená de la Torriente

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