Las cosas más
tontas
nos regalan
ingenuas sonrisas.
Yo confieso que
sonrío
dando la vuelta al
papel,
que la urticaria
blanca
que le queda al
folio
me sugiere un
sembrado
para plantar lo
que quiera,
y andar de
puntillas,
que mis pies me
recuerdan a
Coco, un gato peleón
que era un hábil
estratega.
Estar sentada en
el metro
frente a una muchacha
bella
de cabello rojo y
piel blanca,
me hace recordar
Rebelión en la granja,
-oh! linda cuina!-
y pienso:
‘Mira una que ha
evolucionado,
y desertó del
predio
sin causar más
bajas’.
Las cosas más
tontas
nos regalan
sonrisas bobas,
como esas que se
te escapan
aunque te estén
hablando
del Ibex y de “futuros”.
La vida se vuelve
entretenida
con esas risas
tontorronas,
aunque haga que
los demás piensen
-en más de una ocasión-
que eres
una auténtica gilipuertas.
Nená de la Torriente
Me apunto a las gilipuertas que ríen, Nená.
ResponderEliminarImprescindibles nos son esas cosas tontorronas, qué sería de nosotr@s.
Esa pintada que hay junto a la gochita del metro me recordó a la pintada de ese excelente pensador que es Neorrabioso:
http://estar-al-acecho.blogspot.com.es/2010/10/neorrabioso.html
Un saludo, Nená.
Otro para ti, guapetona.
ResponderEliminarNená