Esto
es lo que tengo,
una
mente que dejo pensar
y
no reprendo, ayudo.
La
permito hablar,
intento
que no hiera en
su
concilio con la lengua
-en
este caso con los dígitos-
No
voy a dejar de hacerlo,
ni
hincar la rodilla en el suelo
por
una idea,
porque
la mente, en su pequeño
habitáculo
siempre
está en movimiento,
pero
la idea, buena o no,
permanece
quieta,
y
es el hombre quien construye
las
doctrinas,
y
eso jamás se me olvida.
Nená de la Torriente
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