jueves, 31 de mayo de 2012


 -Amor sin oda- 


Toma de mi mano 
el suave roce que olvido 
que habita en estos dedos, 
la llama de este cirio pálido, 
la llama que germina 
en la opacidad de la noche. 





Prende de amor ese imán 
que siempre te busca, 
en la esmeralda virgen 
de mis lágrimas. 
Si me escondo 
es por no verme tan herida, 
que de tus cosas mi apetito 
es desmedido, 
y a cada instante necesito, 
y necesitando tanto me ahoga 
el desconsuelo y el antojo, 
como una niña que le roban 
los sueños,  y 
sólo sabe esperar la amanecida. 

Mudo mi piel por los dos juntos, 
para que el mundo no nos maltrate 
con tanto juicio,  y 
nos haga extraviar el corazón 
en los hilos mutilados, 
de las delgadas 
cometas que nos salden; 
logrando así que olvidemos 
la magnitud de este cielo tan nuestro. 



Nená de la Torriente

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