lunes, 7 de mayo de 2012



-Otro hipo-

Decíamos antes, 
cuando bebíamos cervezas 
como barriles, 
que la calle era nuestra, 
y que era de bisoños pensar 
que no podíamos con todo. 
Ahora decimos tomando un tinto, 
que no se trata de poder con todo, 
si no de buscar las chinas del 
zapato,  y hacer la carretera 
mucho más amplia. 
Dicho así parecería sencillo 
en aquellos otros años 
de engullir las aceras, 
porque eso era,  engullir, 
no digerir,  ni paladear nada. 
Quizá por eso los que llevan llama 
en la sangre,  tan jóvenes, 
me dan algo de repelús, 
su irreflexión me incomoda 
-demasiado manipulables-, 
y los que tienen la sangre helada 
por reviejos me trastocan, 
ya han decidido y no hay quien 
les saque del panfleto. 
Así que me como mi bocata de atún 
con los pies en el banco 
-enfundados en tacón alto- 
y sentada en su canto, 
espero a que algún guripa me diga 
que no es apropiado el uso 
que hago de los bancos públicos,  
para explicarle la teoría del caos; 
 mientras miro a derecha y a izquierda 
y sigo sorprendiéndome de todo. 





Nená

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