En
el silencio del alba
todas
las cosas
parecen
más verdaderas,
como
el monte,
en
su anchura húmeda,
cubierta
de vaho de tierra.
La
playa, casi dormida
tímida
aún de bañistas.
Las
casas, aún sin el ruido
de
las tazas,
ni
la suerte de palabras
inconexas;
sólo
pájaros, y un rumor
a
sencillez primera,
a
asiento de primera fila,
a
títulos de crédito
de
una película que empieza
por
el final.
Nená
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