miércoles, 30 de mayo de 2012


-¡¡¡Yo quiero silbar!!!-

Yo no sé silbar pero lo intento, 
algo parecido a un débil 
silbido 
sale de mis labios. 
Lo reintento desde niña, 
sin éxito. 





Sílbame tú, 
sílbame siempre 
que lo necesites, 
cuando estés solo o con 
demasiada compañía, 
abrumado,  alcanzado, 
incomprendido,  limitado 
en el escaso espacio 
que han rotulado como: ‘tu libertad’. 
Yo puedo escuchar,  sin reírme, 
sin sonreírme siquiera, 
lo prometo, 
si tú me enseñas a silbar.  

Si no tú,  el del pelo cobrizo, 
enséñame tú cuando estés ebrio 
de cervezas,  y no aciertes a 
entrar en tu coche; 
yo te llevaré despacito a casa, 
te meteré en la cama sin hacer ruido, 
nadie se enterará 
lo prometo, 
si tú me enseñas a silbar. 

O tú muchacho bello,  que amas 
a todas las mujeres, 
pero te cansas enseguida, 
te agobias, te sientes dominado; 
sílbame que yo te escucho, 
te comprenderé en tu miedo, 
no te censuraré, 
ni te llamaré cobardica 
lo prometo, 
si tú me enseñas a silbar. 




Nená de la Torriente

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Háblame