Nada
de ayer,
nada
de mañana.
Hoy
no sé, porque
está
haciéndose todavía,
-es
cómoda la sensación de
estar
en la pira,
arder
y no saber
que
forma saldrá de tu cuerpo-
Había
un nido de golondrinas
en
lo alto del portal de la Casona,
salían
y entraban.
Más
que un portal
parecía
el pórtico de una iglesia.
Ardió
la Casona una noche
que
soplaba viento sur,
las
teas volaban por encima
de
los tejados.
El
pueblo pensó huir
temiendo
perderse con ella.
Yo
sólo pensaba
en
aquel nido de golondrinas
como una vieja estación,
aquellas
de panza blanca
ya
no volverían nunca.
Nená
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