domingo, 6 de mayo de 2012


Nada de ayer, 
nada de mañana. 
Hoy no sé, porque 
está haciéndose todavía, 
-es cómoda la sensación de 
estar en la pira, 
arder y no saber 
que forma saldrá de  tu cuerpo- 
Había un nido de golondrinas 
en lo alto del portal de la Casona, 
salían y entraban. 
Más que un portal 
parecía el pórtico de una iglesia. 
Ardió la Casona una noche 
que soplaba viento sur, 
las teas volaban por encima 
de los tejados. 
El pueblo pensó huir 
temiendo perderse con ella. 
Yo sólo pensaba 
en aquel nido de golondrinas 
como una vieja estación, 
aquellas de panza blanca 
ya no volverían nunca. 





Nená

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