Me gusta ver los
pies
como buscan las
llamas,
así como las manos
buscan en la pared
las sombras.
El pié frío busca
templarse,
la mano nunca
dejar de concebir.
La cabeza, un
reino independiente,
va y viene en
barcazas.
A veces está para
quedarse
-y tú te lo crees-,
y en cuanto hace recuento
deserta sin ningún
miramiento.
Otras, ingenua, trastea en su mundo
plácido, y la
atrapas sin remedio
para seducirla a
pensar.
No somos tan
complejos
si nos llevamos
bien
con nuestras
fracciones,
lo malo es que se
revolucionen
y que lo quieran
todo al mismo tiempo.
Nená
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