Lejos
de tu manantial 
el
agua no se mueve. 
A
veces tiembla un poco,  y 
parece
como si quisiera decirme 
algo, 
pero
le devuelvo lágrimas calientes 
por
su vago empeño, 
no
quiero que me olvide y se distraiga. 
Sé
que las cartas de papel y timbre 
ya
no se estilan, 
como
sé que nunca aprenderé 
a
hacer señales de humo, 
y
aunque supiera, 
el
mundo,  con lo pequeño que es 
es
demasiado grande. 
Tu
manantial nunca se enteraría 
de
que sin él 
el
agua que tengo a mis pies 
no
quiere moverse, 
ni
hace ondas,  ni curvea 
como
una bailarina ‘bondissante’, 
porque
se siente tan sólo y pequeño 
como
extraña y perdida me siento sin ti. 
Nená de la Torriente

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