Así
como trepa la hiedra
culebreando,
marcando
caminos que nadie
conoce,
así
mi corazón se mueve,
con
alabeos que nadie entiende,
pero
nunca, nunca se detiene.
Así
como la mar parece
que
derrumba a la roca,
con
ademán impetuoso,
así
late siempre,
pero
va signando sus combas
como
él quiere.
Y
he de decirte, que mi amor
no
lo tengo comprometido,
porque
un corazón con grilletes,
amarrado, preso o detenido,
no
sabría amar como yo percibo.
Los
surtidores se hicieron
para
otros pozos.
Nená de la Torriente
Estéticamente prefiero pensar en esos surtidores de manivela típicos de las películas del oeste. Los actuales de gasolina: brrrrr: hasta ahí nos han hecho llegar, a usarlos nosotros mismos.
ResponderEliminarRespecto al alabeo, recuerdo a un carpintero que me vino a poner unas puertas pequeñas para unos armaritos. Allí, in situ, me explicó lo que era el alabeo de la madera.
Tu tiene un grandísimo corazón, Není: no lo amarres en lo que te quede de vida.
Besucos.
Gracias Tempero por tus palabras.
ResponderEliminarBesucos,
Není