Los
poemas no son paquetes envueltos
con
un pompón y su papel decorado,
casi
nunca van dedicados.
No
tienen más intención
que
la de liberar un suspiro,
un
pensamiento,
una
necesidad,
encender
una llama,
una
conciencia,
una
reflexión,
proscribir a un demonio
o
dar una patada en el suelo.
Todos, en esos pequeños huecos
que
nos habitan,
vamos
buscando palabras, señales,
voces
con qué llenarlos,
y
las letras son un enorme mercadillo
que
cubre muchos huecos.
Cuando
no entiendes un sentimiento
lees
a un poeta, no quieres contártelo,
lo
contaminarías de ti,
lees
y relees, hasta encontrarle
-no
siempre-
un
sentido razonable,
y
consigues un hueco menos que rellenar.
Aunque
hay oquedades que nacieron
para
no ser cubiertas
y
no siempre acertamos.
Nená
Yo, como tu bien dices, a veces voy a los mercadillos a encontrar palabras.
ResponderEliminarUna breve anécdota: en un mercadillo de Madrid de los jueves escuché a un gitano ofrecer un pequeño martillo TALADRADOR. El lo vendía como un martillo TRALALADOR. Ese 'LALA' me confunde muchas veces cuando cuento la anécdota de la palabra. Desde entonces, la percusión de un martillo adquiere tintes Masielianos: la la la la la la la la la...
Y, retomando la seriedad: un buen poema percute.
Besucos.
Pues es un buen golpe. En los mercadillos si que se oyen cosas, confunden palabras con mucha naturalidad y hasta suenan 'guapas'.
ResponderEliminarBesucos,
Není