Ligera
pluma posada indebida
allí
donde los años se pierden,
escapa
a tu caída
en
el saliente de alguna arruga,
si
aún le queda pálpito o resuello.
Muchas
delicadas formas
quedan
atrapadas en siluetas
perdidas, en giros viejos
de
almas que ya no desean volar,
y
la mala suerte consume su joven
voluntad
y lozanía, por una piedad
que
ya no sirve, ni alienta.
¡Ay, pluma mía,
no hay que dejarse arrastrar!
Nená
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