Descansa.
Detente un segundo, y disponte
a recibir una carta.
No tiene remitente
pero eso no importa,
el destinatario eres tú.
Si la vida fuese una carrera
en los genes ya vendría escrito:
¡Corre, corre mamón que te pisan!,
y por naturaleza estaríamos corriendo
desde niños.
Si no fuese así sería:
¡Calma, calma babión, piensa!
que para eso tienes un cerebro,
que corran las hormigas,
que no les quiten las migas que cargan
con esmero.
Pero si tu naturaleza es de hormiga,
corre con tu miga al ‘bujero’
no vaya a venir un bichón que te limpie
las vituallas descolocando tu mundo.
Tan solemne ritual
como el de aquel que medita
bajo la sombra de una cajiga.
Nená
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