Bebe
Madrid el agua del cielo
a
sorbos grandes.
‘¡Dame
más grita algún tejado!’
Los
pájaros sobrevuelan
redondos
colores,
que
antes eran más pequeños
y
tenían cabello.
Se
ríen de los seres humanos,
de
la cantidad de cabezas
que
pueden ponerse.
Llueve, pero sólo amenaza,
como
el matón que saca pecho
y
luego se encoge.
Pero
siempre quedan esas gotonas
que
te esperan en las cornisas
para
caer justo cuando pasas,
y
bajar rodando por tu nariz,
por
tu barbilla, por tu ropa,
y
piensas en la hoja de ese árbol
que
ha sido bañada por la lluvia,
limpia de polvo y de mancha,
y te provoca la sonrisa un buen rato.
Bebe
Madrid el agua del cielo
y
pide más, más, más,
como
quien reclama limosna.
Nená
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