domingo, 8 de abril de 2012


Si ya no esperas que un dedo 
sostenga tu lágrima, 
ni un milagro salve 
el agujero por donde te vas 
escurriendo, 
sólo cuentas los días con una 
cierta serenidad. 
Pero si ya has dejado de contar, 
es que ya nada importa, 
y aunque suene paradójico, 
en ese instante, 
tienes una posibilidad: 
La posibilidad del cero. 

Inventarte a ti mismo desde nada. 
No hay nada,  cero en todo, 
empezar a moverse como 
quien sale de un coma, 
despacio,  desvinculado, 
deshabituado,  casi sin habla, 
con restos de placenta 
y los ojos abiertos. 
El ser humano es débil 
y su debilidad 
a veces le hace 
tremendamente fuerte, 
su desproporción, 
su inquietud, 
su pasión, 
su forma de aferrarse a la belleza.






Nená

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