Cuando
creas que has llegado tarde
para
todo,
túmbate
sobre el suelo
de
cualquier sitio donde estés,
la
calle, el prado, la arena de la costa,
la
acera, la alfombra, la cama,
las
baldosas del cuarto de baño,
túmbate
y cierra los ojos.
Siente
cómo tu cuerpo se resiste
a
quedarse quieto, respira,
un
dedo se moverá, tal vez te pique
la
nariz, algo te puede incomodar,
quizá
sientas que haces el ridículo,
o
que no entiendes, que ahora qué,
y
nervioso te incorpores.
Nunca
sabrás lo que pudo
haber
pasado después, y yo
no
voy a contártelo.
Por
eso llegar tarde o temprano
es
un problema de perspectiva.
Si
renuncias al después y lo haces
pensando
en el ridículo, o en el ahora qué,
o
en el me pongo nervioso, en ya no tengo edad,
no
sabrás nunca qué viene después.
Confía
en ti, en el 'queda un todavía'.
Siempre
es pronto.
Nená
Grande, Nená. Gracias.
ResponderEliminarGracias a ti innes.
ResponderEliminarBeso,
Nená