Las primeras palabras,
esas que ordenas como un verso,
son el asalto al pulso, la emoción,
el primer latido.
Doblar el primer poema
en ocho partes,
en una hoja de papel
de cuaderno,
y guardarlo como un secreto
en algún tronco de un árbol.
Enseguida faltaron árboles
para custodiar secretos,
y después cajones, cajas de zapatos.
Cualquier sitio era el perfecto escondite
cuando eras una niña,
cualquiera menos un diario.
El poema era un auténtico tesoro,
un secreto más íntimo que tu propia
intimidad.
Nená
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Háblame