domingo, 15 de abril de 2012

-Desesperando el lunes-


Cuando suena el despertador te conviertes en soldado de una guerra desconocida. 
Llevas ligeras instrucciones diarias que conoces al dedillo y que podrán ser asaltadas por cualquiera. 
¿Qué careta me pongo? ¿La del lunes, la del viernes? No necesariamente son correlativas con el día. 
Los hay tan estoicos,  que digieran los días,  como si pudieran expulsarlos en el mismo acto de entrada,  a esos les nacen úlceras.  Otros oyen pero no escuchan,  y terminan trasladando el ejercicio a su vida familiar. 
La mayoría padece onicofagia,  y siempre llevan el puño cerrado no por rabia contenida, sino por vergüenza estética.  
Otros,  estos últimos están proliferando mucho,  se revuelven airados,  vengativos, ‘ te la guardo’,  ‘en cuanto vea tu coche te lo rallo’,  se transmutan en seres de conductas anómicas,  una ‘delicia’ conviviendo con el vecino. 
Y ¿qué nos queda? ¿Volver al campo? 
No quiero ser agonías,  pero la gente de campo no es mejor que la de los edificios. 
Hay personas buenas y personas,  y cuando encuentras a las primeras no te das cuenta realmente de la suerte que tienes,  así que no metas la pata.  Mima y cuida a aquellos que has encontrado,  no los prenses hasta sacarles el aroma pensando en tu necesidad.  Una buena persona a tu lado es un preciado tesoro. 




Nená

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