domingo, 15 de abril de 2012


No hay intimidad vergonzosa 
pero nos vendieron eso, 
y muchos crecimos 
de espaldas 
al otro 
llenos de gavetas. 
Secretos,  reservas, 
prudencias necesarias, 
que en algunos casos 
se hicieron tumores  taimados, 
esperando vindicar,  nunca condonar 
su encierro. 

Ahora todo es parodia,  teatro, 
la intimidad fuera,  al tendal. 
Lo grosero,  lo mordaz, 
la tripa vuelta, 
ese esputo mortal que otro repudie, 
pero no se dan cuenta. 
Es una vuelta atrás, 
es otro modo de esconder la intimidad 
incluso más eficaz. 
El exterior es una intimidad a medias, 
y el sangrado interior no nos lo cuentan, 
ni ese vacío, 
ni esa lágrima que se les escapa lenta;  
es esa soledad idéntica a la de ayer 
que no podíamos contar 
por pudor,   por vergüenza, 
o por lo que sea, 
y siguen llenando gavetas 
sin darse cuenta. 






Nená

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