No hay intimidad vergonzosa
pero nos vendieron eso,
y muchos crecimos
de espaldas
al otro
llenos de gavetas.
Secretos, reservas,
prudencias necesarias,
que en algunos casos
se hicieron tumores taimados,
esperando vindicar, nunca condonar
su encierro.
Ahora todo es parodia, teatro,
la intimidad fuera, al tendal.
Lo grosero, lo mordaz,
la tripa vuelta,
ese esputo mortal que otro repudie,
pero no se dan cuenta.
Es una vuelta atrás,
es otro modo de esconder la intimidad
incluso más eficaz.
El exterior es una intimidad a medias,
y el sangrado interior no nos lo cuentan,
ni ese vacío,
ni esa lágrima que se les escapa lenta;
es esa soledad idéntica a la de ayer
que no podíamos contar
por pudor, por vergüenza,
o por lo que sea,
y siguen llenando gavetas
sin darse cuenta.
Nená
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