viernes, 6 de abril de 2012


Si este trueno ha movido 
el ánimo a todos 
cuantos habitamos la isla, 
¿qué habrán sentido los peces 
en su ingravidez acuática? 
Nos desprecian cuando con nuestras 
lanchas motoras cruzamos su espacio, 
y con esas motos acuáticas 
arrollamos su casa.  
Se vuelven indefensos,  huérfanos 
de un Poseidón con tridente. 
Al menos esta sacudida mar y tierra 
la habrán sentido 
como naturaleza viva, 
sin restos de gasoil, 
ni olor a crema de coco, 
ni colillas, 
ni carcajadas estridentes 
de damas locas. 





Nená

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