Cuando
hacen falta de verdad
no
quedan semillas voladoras,
de
esas que ingenuos llamábamos abuelos
¿te acuerdas?
Pedíamos
un deseo y soplábamos
lo
más fuerte que sabíamos,
hasta
verlas subir y desvanecerse.
Toquemos
el suelo.
Siempre
hemos estado solos,
por
tropecientas veces que te digan
yo
te apoyo, yo te quiero.
La
luz se apaga, y te quedas solo,
la
luz se enciende y te hablas solo,
tú
eres la ruleta del revolver,
y
tuyo es el pié que ves
cuando miras hacia el terreno ;
y
ese dolor sordo en el estómago,
y
tanto sueño, y tanto miedo.
Nada
va a cambiar eso.
Nená
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