viernes, 6 de abril de 2012




Retorcida la raíz 
abarraganada en su propia tierra. 
Dulce desorden amarrado 
que deja que alguna punta se pierda. 





Fuerte tronco,  hijo mayor y querido, 
soberbio de norte a sur, 
pero sólo un verde musgo norteño 
adorna su arrugado leño. 
En el sur le han marcado corazones, 
que él en silencio calla. 
Las hijas, bellas y bien peinadas, 
se extienden algunas como llanura, 
a otras les gusta la nube,  y a la 
mayoría leer poesía mirando a la luna; 
aunque siempre tumbadas 
sobre las más traviesas. 
Ya el temporal te ha ido venciendo 
vieja encina de Anaz, 
de seis metros y medio de tronco, 
y quince de altura, 
¿cuántos rayos te han quebrado 
centenaria y sabia encina? 
Yo te veo igual de hermosa 
y de altiva,  y de espléndido regalo 
de la naturaleza. 






Nená

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