miércoles, 4 de abril de 2012


Cuando no duermes 
una luz secreta te va dictando 
las palabras como un duendecillo 
burlón y molesto. 
‘Ya que estás despierta,  escribe, 
no vas a regar las plantas  ¿O acaso 
quieres ahogarlas?’ 
No estás en condiciones de  discutir, 
mucho menos con volátiles 
duendes que habiten en tu cabeza, 
y se crea un vínculo secreto 
entre tus manos  
y un vacío temporal de la mente, 
que está,  sin saber muy bien dónde. 
En este estado de confusión 
te sientes la legaña del mundo, 
la muñeca viva con remiendos de trapo, 
el es que no es, 
alguien entre dos mundos. 
Así dicho no es mal sitio para escribir, 
por las posibilidades que alcanza, 
y ver puedes ver miles, 
pero tus manos de trapo 
no saben contarlas. 








Nená

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