lunes, 2 de abril de 2012


Busco tu voz 
en el sonido de las cosas 
y las cosas me devuelven 
su sonido intacto. 
Allí entre las rocas, 
el romper de las olas 
quizá me dé fonemas 
de tu garganta, 
pero tampoco esta allí 
tu voz. 
Puede que tenga 
que buscarlas dentro, 
en este pecho dormido 
de esperanza, 
pero tu voz es la llave 
para escuchar mi propia voz. 
Así,  poco a poco, 
van enmudeciendo mis palabras, 
como conchas arrojadas en la arena, 
vacías,  entre dos mundos hermosos: 
el mar en su infinito movimiento,  y
la arena en su infinita quietud. 

  



Nená

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