sábado, 28 de abril de 2012


Una mano en el charco 
como una hoja, 
una sombra,  un ojo fugaz, 
el palmeteo de un ala 
en la copa y gotas en racimo 
sobre un banco mojado. 
Hoy somos ayer como somos mañana, 
el mismo gris 
con menos peso. 
El cerebro se encoge con los años, 
como se arrugan las manos 
pero no es por la lluvia, 
ojala que así fuera. 
Tú naciste arrugado y torpe, 
febril perseguidor 
de causas ciegas. 
La causa la inventó el hombre, 
como el hombre inventó la idea, 
pero tú sacrificas al hombre por una causa, 
como si a ésta la hubiera parido 
una ley no escrita. 
Posa la mano en el charco como una hoja 
y siéntete menos necesario, 
tu cerebro necesita sol, 
ya le ha empapado demasiada lluvia. 






Nená

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