esquina su cuello
como dos cisnes,
la piel se riza
como las olas tímidas.
Las mejillas sostienen
el desmayo
de dos corazones
que se precipitan,
y suena la música,
suena,
suena.
Ella piensa: ‘No me mires'.
Él piensa: ‘Dame tu boca'
y giran,
giran,
giran.
Nená
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