domingo, 8 de abril de 2012

-La anciana-


Una anciana se acercó a mí,  y dijo: 
                           
‘Te vendo la primavera, 
las amapolas errantes en  verdes zaragateros, 
los olivares perdidos en músicas de chicharra 
y el verdemar cuando grita al espliego; 
también las ilusiones, 
bocadillos de anhelos en paquetes de estraza 
manoseados por tantas manos como lunas, 
siempre enigmáticos y nuevos 
como el brillo en los ojos de un adolescente, 
abiertos al insaciable apetito’. 

Le pregunté: 
‘¿Tienes alguna frase que me haga pensar?’

Sí, dijo ella: 

‘El ojo que tú ves, no es ojo porque tú le veas, 
es ojo porque te ve’. 

Y cuando bajé la mirada,  había desaparecido. 




Nená

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