Lo que siento
sólo lo sé yo y una amapola endeble,
que dura el instante que le arrebato,
injusta de mí al cortarla.
Quizá algún tenue eco
bajo el agua,
cuando en el mar me adentro,
y en burbujas de aliento suben
sin poder pronunciarlo luego.
Lo que siento
no le importa ni a la marea,
que cubre las cuevas nuevas
de espumas de grandes olas.
Lo que siento
es una línea cerrada,
que puedo enterrar en la arena
como una tortuga a sus huevos.
¿Qué más dará lo que siento
si soy una entre miles de millones?
Nená
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