lunes, 23 de abril de 2012



Hay atardeceres con voz, 
como esas muñecas de cordón 
que repiten cosas, 


como alboradas que llevan recados 
que se clavan en lenguas, 
y terminan soltándolos en cualquier parte. 




Hay personas, que como conjuradores 
o como esponjas, 
recogen los ecos que la naturaleza 
desata en la belleza de sus paisajes, 

y si te acercas a ellos 
a veces te los cuentan. 
Otras,  basta con respirarles bajito, 
o mirarles lento y ser esponja, 

de aquellas otras esponjas 
que son capaces de cosechar los ecos 
que la naturaleza libera 
sin darse cuenta. 






Nená

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