jueves, 19 de abril de 2012




         Nada, 
un globo redondo 
de aliento que fue cálido. 
Un alfiler, 
una triza de goma retorcida 
a unos centímetros, 
tras un canto. 
Nada, 
siempre queda nada. 
Me gusta mirar 
tras los cristales  
y ver las siluetas, 
son como las palabras 
de los hombres, 
caminan despacio 
y se fugan
          Yo sonrío,  nunca 
me sorprenden. 
Llegan,  bailan y 
    se ausentan,  din-don-din-dan, 
sólo cuando escuchan 
algún sonido,  
perturbador o confuso. 





Nená

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