Nada,
de
aliento que fue cálido.
Un
alfiler,
una
triza de goma retorcida
a
unos centímetros,
tras
un canto.
siempre
queda nada.
Me
gusta mirar
tras
los cristales
y ver
las siluetas,
son
como las palabras
de
los hombres,
caminan
despacio
y se fugan.
Yo
sonrío, nunca
me
sorprenden.
Llegan, bailan y
se ausentan, din-don-din-dan,
sólo
cuando escuchan
algún
sonido,
perturbador
o confuso.
Nená
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