¿Por qué voy a contarte a ti
cómo huele mi pecho en la amanecida,
ni cuántos lunares tengo,
ni cómo quiebro la espalda
por un roce?
¿Por qué decirte si es dulce
de membrillo mi piel,
cuando a los labios llega,
o si sabe a limón mi lengua,
o si me ensortijo como una culebra
y si soy capaz de alcanzar tus pies
sin que te des cuenta?
¿Por qué voy a contarte nada
de estas caderas, o de mis cuevas
prohibidas, de la calidez exacta
que invita a vadearlas?
Todo lo que oculto es mío
y como mío sé bien el valor que tiene.
Nada que pueda medir una regla.
Nená
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