sábado, 14 de abril de 2012


No voy a arrancarte, 
ni a segar tu hierba que alta 
se levanta por encima del muro. 
Rozaré tus puntas cuando no haga viento, 
como al niño que jugando 
se le despeina. 

Conocí a un segador, 
que para acabar con las ortigas 
y las malas hierbas, 
segaba al milímetro el prado, 
acababa con la menta,  el diente de león,  
las cabezuelas,
los tallos verdes y jugosos 
de la hierba fresca. 

Uno bastaba para extirpar a todos, 
y en ese desequilibrio 
encontraba su razón. 

Yo concibo que lo malo conviva con lo bueno 
si es la única manera de que lo bueno crezca. 
Dirás,  que así aceptaré cosas inaceptables, 
o las ignoraré, 

pero seguir buscando fórmulas 
para acabar con ellas sin eliminar las buenas, 
es el único desequilibrio razonable. 





Nená

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