sábado, 31 de agosto de 2013

He desnudado un poema. 
Aún me sangran las manos 
por mi torpeza, 
en este desvelo inadecuado 
en este desabrigo inoportuno.
Yo sólo quería abrazarlo más adentro, 
quererlo con más firmeza, darle
lo que yo he extrañado en tantos años 
de pobreza, 
en todo este tiempo de aturdimiento. 
Pero míralo ahí arrinconado, 
roto su velamen,  varado en tierra. 
Ya no es una embarcación. 
Todo por mi impaciencia. 
¿Ahora quién cruzará los océanos? 
¿Quién llevará de orilla a orilla todo 
ese amor que puso en sus letras? 



Nená de la Torriente