Sobre
los pastos secos
y
el olor de tierra que reclama lluvia,
andan
mis pies mojados.
Lame
cada huella la paja seca
y
mis ojos se pierden en el lánguido azul
del
cielo en explanada.
A
los pájaros les falta su tabla de skate
para
andarla de parte a parte,
y rodarla
como
se rueda el hormigón liso.
aunque
amarilleen sus hojas,
y
que se detengan mis piernas,
que
por mucho que corra no llego al tañer
de
campanas, ni logro averiguar si son ellas
las
que suenan
-siempre
hermosas-,
o
nacen de cualquier mecanismo
en
la pequeña ermita.
Al
perrón se le caen las lanas,
cada
vez que le encuentro le hago un par de trenzas
para
sujetárselas,
él
me lame la cara, sabe que se va quedando
despeluchado
y le incomoda.
Las
horas atraviesan los días de manera insolente,
como
en una carrera de motos sin asfalto.
Laura
dice que en cualquier momento
pondremos
otro mes en el calendario,
y
así haremos que todas las horas,
con todos sus minutos, se precipiten
por el acantilado.
Nená de la Torriente