domingo, 11 de agosto de 2013

-No, os equivocáis-

Si estaba roto el porvenir 
¿por qué no vinieron a avisarme 
los picajosos duendes? 
Si fuese así, 
las náyades siguieron silbando 
sin descanso, 
tercas por verme avanzar sin tino, 
y la distancia sin confín se burló de mí. 

Si el cielo no era dueño de su color 
y las aves no eran libres, 
¿por qué no me detuvieron en mi intento 
tan desesperado como estéril 
y me dejaron sola, 
con esta espuerta de versos a ninguna parte? 
¿Contra qué dique querían que me diera de bruces? 
¿A qué albañal debía arrojar mis ansias? 

Si estaba roto el porvenir, 
¿por qué no me quedé dormida bajo la encina? 
Nadie vino a buscarme 
ni a detener mi vuelo. 
¿Acaso estaba escrito mi desvarío en tus hojas? 
¿Para qué este inútil desafío?

No,  os equivocáis. 




Nená de la Torriente