domingo, 25 de agosto de 2013



Cuando todo se inclina irreal 
y parece que te han dado la vuelta, 
no hay nada que pueda serenarte 
porque el cúmulo es absurdo, 
enteramente disparatado,  y 
no lo has cambiado tú. 
Ya no importa el hecho de que 
tengas que adaptarte a este nuevo orden, 
ni que tu sangre bombee a una velocidad u otra, 
ni siquiera que la sorpresa sea grata o 
ingrata, 
todo se tolera en los cambios de lance. 
Pero lo que no se consiente,  ni se aprueba 
es que a uno le tomen por idiota. 
En esta fantástica España de siglos de lenguas 
viejas,  de historia marcada a fuego, 
de Góngoras complejos y reflexivos, 
de rápidos y agudos Quevedos, 
que nos regalen mulas por ‘pura sangre’ 
es como para caerse muerto. 




Nená de la Torriente