miércoles, 28 de agosto de 2013

Cuatro perros ladraban ahí afuera. 
A uno le he entendido. 
Decía que en el mundo estaba tronando,
que de Oriente Medio 
venían olores a humos tóxicos y a bombas de guerra, 
y que adónde irían todos los seres. 
Los otros tres le han mordido. 
He bajado corriendo las escaleras 
y le he recogido, 
me ha dado una tarascada. 
Los dos hemos subido sangrando. 
Él se quejaba y yo estaba llorando 
pero ninguno de los dos por nuestras heridas. 
Le he lavado,  me he lavado, 
he puesto una venda a su pata 
y otra venda en mi brazo. 
Cuando se ha hecho el silencio 
nos hemos mirado, 
con esa intensidad que no necesita fonemas 
y los dos al unísono hemos aullado. 





Nená de la Torriente