No
puedo ser como tú,
ni
siquiera sé si me gustaría.
No
puedo contener el grito
que
abotona la boca del estómago,
ni
este dolor de sien que quiere
reventarme
la cabeza.
He
sostenido demasiadas cruces
durante
mucho tiempo,
y
el amor no se amasa
como
los buenos panes,
con
talento y vuelta tras vuelta
si
no hay agua ni harina.
Ahora
cualquier vendedor de palabras
vende
hogazas como si hubiera inventado
el
pan, y yo sonrío.
Ahora, que yo no creo en esa fórmula sencilla.
Porque
el amor, como tal, claro que existe,
pero
no en porciones de agua y harina.
Y es que el pan lo comes hoy,
mañana se queda duro,
y eso es
deseo, es sexo, pasión revoltosa,
lo que nos deleita y nos
derrumba.
El
amor es indivisible, se extiende
como
el oxígeno más puro,
y
sin él no habría campos de trigo
ni
ríos fluyendo por las laderas más poderosas.
Nená de la Torriente