viernes, 2 de agosto de 2013


Nunca más una bahía, 
mar abierto, 
mar abierto. 
Ni buques, ni cruceros, 
sólo botes o llaüts. 
Que a los ojos se prendan 
los luceros,  de uno a dos, 
por capricho, 
anden o no dormidos los ocelos. 





No quiero mapas de arena 
ni hijos de agua, 
como todas estas lágrimas 
que sostengo en el pañuelo, 
ni la debilidad de no saberme 
a cada instante, un trocito de materia 
de este mundo irregular. 




Nená de la Torriente