miércoles, 14 de agosto de 2013


Siento miedo, 
todos los días siento miedo, 
pero no me refugio en un silencio 
que puedan morder los gatos, 
como corrusco de pan que 
se va quedando duro. 

Me asusta no saber qué, 
no entender cómo, 
no tener muchas respuestas, 
pero eso no impide que galope como 
un lokai que no quiere que le ensillen. 




El pánico se respira para fuera, 
aliento que nos otorga el acicate 
para sabernos en carrera, 
fijándonos al piso sin perder la vista 
en ese tal vez planeado porvenir. 
Aunque yo sólo sé planear como las 
cometas… 

Si el miedo nos paraliza o nos enmudece 
no tendríamos más remedio que extirparlo 
¿para qué querríamos una cosa así? 
Nunca puede dominar una parte al todo, 
escúchate. 




Nená de la Torriente